domingo, 12 de julio de 2015

Daniel Avila / Oración

Ilustración de Triunfo Arciniegas

Daniel Avila
Oración

Doña Herminia trataba de expurgar una pena ajena, sostenía su camándula en la tercera decena, susurraba para ella misma un avemaría y contemplaba el misterio doloroso de La Coronación de Espinas. Nuestra Señora de Chiquinquirá estaba ligeramente iluminada por los velones que se encontraban justo debajo de ella. A la Virgen se le cayó una lágrima del rostro que luego se deslizó sobre una de sus mejillas. Doña Herminia la vio y soltó su camándula. Quiso correr a avisar el milagro, pero se quedó ahí, inmóvil, pensando, con ese curioso sincretismo religioso, que quizá su hijo muerto hacía sólo tres días, ya había hecho su primera maldad en el cielo.



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