domingo, 4 de enero de 2015

Luis Fayad / Un espejo después


Luis Fayad
UN ESPEJO DESPUÉS 

Conocedor de su barrio y de sus lugares secretos, Leoncio recorría sus calles en cada oportunidad. Cuando ni el cansancio ni el trabajo atrasado lo obligaban a marchar a la casa, se bajaba del bus antes de su parada y pensaba en los sitios y en las casas de su recorrido. Su interés aumentaba al comprobar que no había recordado bien los pinos gemelos de una esquina, el estuco en forma de ave sostenido de una cornisa o la existencia de un perro feroz en un antejardín. Una vez, una calle que le había sido de las más familiares se fue oscureciendo a su paso, como si al final no tuviera salida. A medida que él se aproximaba al fondo se hacía más claro, no con una luz sino con un color más transparente que el de su alrededor, y sólo cuando se hallaba a corta distancia le pareció distinguir un espejo, quizá de su tamaño. Lo comprobó de cerca, y asomado a él se sobresaltó. Su reflejo copiaba sus movimientos pero no vestía con su misma ropa. Al observar mejor descubrió que la expresión de su rostro era distinta y que el vestido y la corbata que tenía puestos eran los que él pensaba llevar al día siguiente. Cuando quiso indagar más, el espejo desapareció, y volvió a aparecérsele alguna que otra vez en sus recorridos posteriores por el barrio, siempre con un día de adelanto y apenas para enterarlo de cómo iría vestido y de la expresión de su rostro en ese día.

 Luis Fayad / Un personaje en apuros




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